Si todos te defraudan – parte 2

Solo hay alguien del que nunca nos vamos a defraudar, alguien de quien nunca encontraremos error alguno y aunque en muchas ocasiones nos enojemos con Él, le reclamemos y hasta lo amenacemos.

Él sigue amándonos de igual forma y sigue extendiendo su mano para ayudarnos, ese es DIOS.

Dios nunca se defrauda de nadie, porque nunca se ilusiona con alguien.

Él nos conoce a perfección, sabe lo imperfectos que somos, lo mal que a veces actuamos, las cosas que pensamos, los deseos que sentimos, los planes que queremos llevar a cabo y sin embargo siempre está allí para extendernos su mano, para levantarnos, para restaurarnos, para darnos nuevas oportunidades.

Quizá los últimos días te has sentido defraudado por personas a las que apreciabas mucho, personas de las cuales esperabas mucho sin embargo no te dieron ni siquiera poco.

Aunque parezca duro decírtelo en esta hora, tú eres el culpable de ese sentimiento que en este momento te embarga, porque esperaste demasiado de una persona imperfecta como tú y cuando haces eso es obvio que terminaras defraudándote duramente.

Es momento de poner nuestros ojos en Jesús de quien nunca encontraremos error alguno, es hora de dejar de ver a los demás como personas perfectas o incapaces de fallarnos.

Al contrario, veamos a cada persona como un candidato a defraudarnos en cualquier momento de nuestra vida, para que cuando eso pase podamos entenderlo y podamos amarlo de la misma forma.

Cuando comprendemos que todos somos imperfectos aprendemos a amar y no a juzgar, a levantar y no a pisotear, a ayudar y no a sepultar, porque nos damos cuenta que cualquier de nosotros puede en algún momento estar en el lugar de esa persona, porque al fin y al cabo también somos igualmente imperfectos.

Respeta a las personas, pero no te ilusiones con ellos, si quieres admíralas, pero nunca las idealices, porque son como tú, personas imperfectas buscado agradar y servir a un Dios perfecto.

P/Enrique Monterroza.

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