¿Decepcionados de Dios? – 1

Que fácil es decepcionarnos de Dios, y es que se nos hace tan fácil porque utilizamos cualquier excusa para sentirnos: “decepcionados de Dios”.

Basta con poner una petición “imposible” delante de Él y esperar a que no nos responda para luego decir: “Confié en ti, pero me decepcionaste”, y todo porque la petición no fue contestada o lo fue, pero no de la forma en la que queríamos.

Hoy reflexionaba sobre lo fácil que es decepcionarnos de Dios, lo fácil que se nos hace hacernos la víctima, como que, si Dios estuviera obligado a responder todo lo que pedimos, porque si no lo hace, dejaría de ser Dios, vaya argumento, pareciera que nuestra fe es como un barco de papel que navega a la derriba allá por donde el viento lo lleva hasta hundirlo.

Reflexionando en esto me hacia la pregunta: ¿Cuántas veces hemos decepcionado nosotros a Dios?

Y es que es muy fácil echarle toda la culpa de las peticiones no contestadas a Dios, pero alguna vez te has puesto a pensar: ¿Qué tanto esfuerzo hago yo por no decepcionar a Dios?

Obviamente hay una gran diferencia en la forma de cómo reacciona Dios ante nuestras acciones que deberían decepcionarlo y la forma de cómo reaccionamos nosotros cuando decimos sentirnos “decepcionados por Dios”.

Que fácil es decepcionarnos de Dios, y es que se nos hace tan fácil porque utilizamos cualquier excusa para sentirnos: “decepcionados de Dios”.

Basta con poner una petición “imposible” delante de Él y esperar a que no nos responda para luego decir: “Confié en ti, pero me decepcionaste”, y todo porque la petición no fue contestada o lo fue, pero no de la forma en la que queríamos.

Hoy reflexionaba sobre lo fácil que es decepcionarnos de Dios, lo fácil que se nos hace hacernos la víctima, como que, si Dios estuviera obligado a responder todo lo que pedimos, porque si no lo hace, dejaría de ser Dios, vaya argumento, pareciera que nuestra fe es como un barco de papel que navega a la derriba allá por donde el viento lo lleva hasta hundirlo.

Reflexionando en esto me hacia la pregunta: ¿Cuántas veces hemos decepcionado nosotros a Dios?

Y es que es muy fácil echarle toda la culpa de las peticiones no contestadas a Dios, pero alguna vez te has puesto a pensar: ¿Qué tanto esfuerzo hago yo por no decepcionar a Dios?

Obviamente hay una gran diferencia en la forma de cómo reacciona Dios ante nuestras acciones que deberían decepcionarlo y la forma de cómo reaccionamos nosotros cuando decimos sentirnos “decepcionados por Dios”.

¿Qué Opinas?

Comentarios